Desde entonces, la figura del Notario, aun estando regulada por la misma norma, se ha transformado tanto que casi parece otra profesión.
La sociedad no es la misma que hace treinta años, y el Notario, que debe adaptarse a esa sociedad a la que sirve, tampoco puede ser el mismo. El objetivo del Notario debe ser aportar valor añadido a las relaciones jurídicas de las que participa. Así, al igual que nuestros clientes, estamos fuertemente digitalizados y hemos incorporado a nuestra práctica las nuevas tecnologías.
El Notario es un funcionario público y un profesional del Derecho.
Como funcionario, está investido de fe pública, de manera que los hechos que presencia, se presumen verdaderos y exactos. Los instrumentos que autoriza se recogen en el protocolo notarial, del que es custodio.
Como profesional del Derecho, la labor del Notario es mucho más que estampar una firma. Y comienza mucho antes. Así, el Notario, en su día a día, escucha, presta asesoramiento, anticipa conflictos, reduce preocupaciones y resuelve problemas reales.
El Notario es un jurista eminentemente práctico. Estudia y aplica las leyes, las diferentes teorías doctrinales, resoluciones y sentencias, y las pone con rigor y agilidad, pero sin precipitación, al servicio tanto de los particulares como de los profesionales.
De hecho, en un mundo cada vez más interconectado y complejo, es esencial que el Notario no actúe solo, sino en estrecha colaboración con otros profesionales. Debe estar fácilmente disponible para abogados, gestores, inmobiliarias, empresas o bancos. Todos somos piezas de un mismo engranaje.
En el desempeño de mi trabajo, intento ponerme diariamente en el lugar de nuestros clientes y prestarles la atención que me gustaría recibir a mí. Creo que es tan importante dominar la parte técnica de una materia, como saber ponerla a disposición de quien lo precisa, de manera asequible y amable.
Para ello, cuento con la valiosa ayuda de los miembros de mi equipo. Cada uno de ellos, con su preparación y experiencia, y desde su función específica, comparte conmigo estos mismos valores.
Me encontraría satisfecho si, tal vez, otro niño de nueve años acompañado de sus padres, viendo cómo hacemos las cosas, encontrase aquí, en mi notaría, su verdadera vocación.